5 de febrero de 2012

Las lágrimas de lodo

“Muchos jóvenes alemanes no saben qué es Auschwitz. Dentro de unos años, muy pocos jóvenes españoles sabrán lo que es el franquismo”
- Ramoneda-






El olvido.



Padres, desposeídos de su dignidad, deambulan por las calles en busca de algunos huesos, de sus padres.



Cuando osan levantar la vista del suelo, buscando los ojos del consuelo para una pena inconsolable, encuentran cuencas vacías, de quienes podrían ayudarles.



Esas cuencas inertes, sonríen, y fijan su mirada en el tiempo, ignorando los ojos llenos de desconsuelo que los buscan.



A paladas atesoran minutos, horas, días, y los vuelcan en las cunetas, intentando enterrar más allá del subsuelo, en un lugar llamado olvido, los huesos que buscaban ese par, de ojos enrojecidos.





 

“En memoria”

Cillán M.







2 comentarios:

11212 dijo...

Nada más bajar del autobús, encontramos un monumento gris, en el que se reflejaba el cielo nuboso de Viena, recordando con letras de Historia el holocausto judío austriaco. Nada más abrir tu corazón, único lugar donde se encuentran textos tan bellos y tan emotivos como este, encuentro corazones de margarita esparcidos por acera roja -rojo acera ;)- a los pies de una iglesia en una tarde de otoño, en la que, tan enamorados como cuando nos conocimos y como ahora, sonreíamos y nos besábamos.

La historia ondula en esos dos extremos, pero nadie parece darse cuenta de que solamente hay que posicionarse donde uno quiera y atar el péndulo. Así, mi dulce Monona, lo hicimos tú y yo una tarde de lluvia tras la Catedral, abrazados; y enamorado sigo, feliz, vivo, sonriente, junto a ti.

Gracias, mi amor, por estos once meses de vida juntos :)

AT MiMonona

Goyaalé feliz (11311) dijo...

Amor:

hoy, hace un año, nos comíamos a besos con una guitarra de por medio, a pocas horas de conocer a nuestra madrina. Madrid eres, mi niña, y nuestros paseos, nuestras cervezas, tu risa mezclada con la mía en una ciudad cautivada por la música que desprendíamos. Un año y dos días después, Madrid ahí permanece, con ese velo de ternura con que lo cubrimos, sirviéndonos de paso para otros horizontes, esperándonos. Un año y dos días después, mi amor, tras todo el camino recorrido de tu mano, me deshago en lágrimas de alegría cuando me dices "te amo, Monono", y eres capaz de enamorarme hasta la ropa, porque en el corazón no cabe tanto cariño.

AT mi Luneva.