22 de abril de 2012

Sostenuto.




-No es el momento-

dijo mientras miraba sus labios y supo, en ese instante, que se había condenado.



No es el beso que te anuda el que está dado…, no.



Es ese otro,

el beso que apeteces y te prende las arterias,

ese beso distraído suspendido entre dos labios.



Es el beso que sospechas y perfilas palmo a palmo,

ese beso inexistente que es latido,

es el beso que se vuela hacia otros labios entre el tiempo del deseo…, a ser besado.



Cillán M.

“De cómo baten las pestañas”