Erizas mi piel canalla,
llevándote la voluntad al bolsillo de tu osadía.
Y dices esa noche es tuya,
gemirá rogando.
Después,
se va tatuando en la mente la imagen del recorrer de tus manos robando así más voluntad…
Y llegan como un silbido a sus oídos tus susurros,
…déjala ir…-dices-
no servirá de nada retenerla.
Y yo,
no puedo hacer otra cosa,
clavar en tu alma mi mirada escudriñando los secretos usurpadores de voluntad.
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