26 de marzo de 2011

Tres culturas y una conquista.






Toledo me saluda un sábado por la mañana,
me acoge como se acogen los hijos huérfanos,
me arrulla, me acuna,
saca su sol entre brisas para mecerme de brillo el pelo,
... lo baila, lo acaricia, lo aviva…


 

Toledo se me ofrece, se me vuelca, me conquista.



Nunca se mueve y siempre cambia.



Juega delante desatando mi risa,
adivinanzas que se cruzan en el silencio.





Toledo me enseña rincones vivos en que me esconde,
agazapando los ojos de lunares.



-Por mí, por mí…-cojo aire-…y por todos mis compañeros.
¡Estoy a salvo!





Toledo me observa, me estudia, me escudriña…,
y yo me muestro serena,
volviendo a la cuna cuando paseo por sus plazuelas.





Hoy, cuando Toledo y yo de la mano, por fin sonreímos,
ella me mira de frente y asiente.
Así sí, pequeña, así tu risa me riega
y en esa Cava soñada te guardo tesoros-me dice.



Levanto la vista y parece inerte…,
pero su abrazo espera entre los muros de sus callejas.



Cillán M.