17 de mayo de 2011

A menos diez.

                         

Tiene la camisa destrozada, y nada cubre su espalda cuando hiela en el invernadero. Las magnolias parecen nenúfares, pero son magnolias.

El hielo cubre las ramas de los enebros, los bonsáis crecen desmesuradamente mientras los cipreses mudan las hojas y así, en avatar incuestionable, cambia el rumbo de las cosas. El hielo, poderoso fuego.

“El atrapasueños”




3 comentarios:

Anónimo dijo...

poco dura el hielo en páginas tan cálidas, pero lo hará en mi memoria gracias a tus palabras. Bello, Mónica.
Un abrazo

[goya:lé] dijo...

Cuando el fuego se convierte en hielo, hemos de aprovechar para patinar descalzos. No quiero parajes sin milanas a las que alimentar ni plagas de violetas y amapolas entre ciudades antiguas. En las tierras peligrosas, de hombre tremendista y corazón pretuberante, allí anidas; entre el agua que dio de beber a mis sueños y las nubes naranja gerbera y verde vaso que pintan mis paredes en la lejanía. No temas esos rumores del río seco, ni la estampida de las aves sin rumbo. Tú eres fuego adicto al agua. Yo soy agua con ansia de hervir.

No es más hermoso un cuadro que un "buenos días".

Te.

Unknown dijo...

vaya vaya!!
también estás por aquí, jojoo
Este es el rincón de los desaparecidos, no deberías andar aún por estos lares, jejeje
Besitossssssssssssssss